2012 |
Harper, de dieciocho años, ha crecido bajo el pulgar de su padre Marino. Lista para vivir la vida por su propio camino y experimentar cosas de las que sólo ha oído hablar a los soldados anónimos de la unidad de su padre; está de camino a la Universidad de San Diego.
Gracias a su nueva compañera de cuarto, Harper se introduce en un mundo de fiestas, magníficos chicos, familia y emociones.
Algunas que no esperaba aún, y otras que nunca supo que se
estaba perdiendo.
Se encuentra a sí misma dividida en dos mientras se enamora rápidamente de su novio, Brandon, y el hermano de su compañera de cuarto, Chase. Cubiertos de tatuajes, conocidos por pelear en el Metro y ridículamente musculosos... son exactamente de los que siempre se mantuvo alejada por advertencia, pero justo lo que necesita. A pesar de sus aspectos peligrosos y sus historias, ambos la adoran y harían cualquier cosa por ella, incluyendo retroceder si eso significa su felicidad.
2013 |
Chase Grayson nunca ha estado interesado en tener una relación que dure más de lo que se toma en vestirse de nuevo. Pero luego se tropieza con una chica de ojos grises cuya inocencia se derrama fuera de ella, y todo cambia. Desde el momento en que Harper abre la boca para hacerle saber lo mucho que le tiene asco, está enganchado.
Pero una princesa merece un príncipe azul que puede hacer que sus sueños se hagan realidad. Pero él es tipo que puede convertir su vida en una pesadilla.
Todas sus buenas intenciones se van por la ventana cuando Harper comienza a enamorarse de la persona que Chase, ha llegado a considerar como a un hermano. Quería protegerla alejarla lejos, pero él no puede soportar verla con nadie más, y hará cualquier cosa para hacerla suya.
Pero cuando todo se reduce a que Harper tenga que elegir entre los dos, ¿tendrá la fuerza para dar un paso atrás de la chica que se ha convertido en todo su mundo si eso significa que es feliz?
Se cruzaron las líneas. Las amistades se ponen a prueba. Y los corazones se rompen.
Son hermosos los libros, aunque no pude terminarlos ya que las lagrimas no lo permitían.
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