miércoles, 5 de diciembre de 2018

One For The Murphys de Lynda Mullaly Hunt


2012

Mi madre tenía una forma diferente de hacer las cosas.

Oficialmente, este es mi cuarto día en cautiverio. He comenzado a mantener la cuenta en la parte posterior de este tonto cartel de héroes. Una cosa buena, no obstante. La Sra. Murphy ha despejado algo de tiempo para llevarme de compras. A una tienda real.

Esto es algo muy diferente a las visitas nocturnas “de compras” de mi madre y yo a las cajas del Ejército de Salvación. Recuerdo cómo solía tenderme una linterna, levantarme a los contenedores, y luego me hacía pedidos de talles y colores específicos como si yo estuviera allí sentada con una adorable vendedora y un catálogo.

Era genial, no obstante, cómo solíamos ir a McDonald’s luego y mi madre levantaba su helado como para brindar conmigo. “Carley, ¿qué haría sin ti?”, me preguntaba.

Cuando era pequeña, solía preguntarme por qué no había filas de gente en aquellos contenedores. Imaginaba que mi madre debía ser la mujer más inteligente del mundo.


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