2020 |
Me flipa mucho mi mundo en blanco y negro. Me hace sentir cómoda y tenerlo todo bajo control.
Claro, que eso fue antes de que Clara tuviera una cita muy desafortunada y fuera yo quien pagara las consecuencias, porque su cita era un loco. O eso, o estaba muy necesitado de sexo y a falta de la guapa se lanzase a por la amiga fea, o sea, yo.
Pues lo llevaba claro, porque la fea tenía dignidad y un orgullo que rozaba la cabezonería.
Por desgracia, él resultó ser más cabezón que yo y se empeñó en mostrarme su mundo en color.
Pero, a ver, ¿quién se creía que un tipo como él iba a preferirme a mí antes que a Clarita?
Y en el hipotético caso de que consiguiese convencerme, ¿cómo haría para atravesar mi telaraña de recelos?
Y, más hipotéticamente aún, de derribar mis muros, ¿qué paleta usaría para darle color a mi mundo?
Pues oye, que el muchacho erre que erre. Tan contagioso era su entusiasmo, tanto apostó por nosotros, que casi me convenció.
Casi.
Como diría Clarita, había demasiadas incógnitas en esta ecuación; muchos recelos por mi parte y demasiados secretos por la suya. Con este panorama, ¿qué probabilidades teníamos de ganar? ¿Eh, eh?
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