«Solo se escuchó el tañido lejano de un tic tic tic tac tic tac tac...».
La Torre del Reloj, que controla que el tiempo se mantenga estable, se ha averiado. Los días ya no avanzan como deben, las horas duran segundos y los segundos son casi interminables. Repararla es una misión delicada y peligrosa, pues implica adentrarse en sus entrañas, donde el tiempo se retuerce, vivo como una criatura salvaje.
La misión de arreglarla recae en los mejores mecánicos de la Academia de Íleon, pero lo que debería ser un trabajo formal se convierte en una apuesta cuando Abel, el mejor alumno de la Academia, y Jinx, un independiente, son elegidos. Cada uno representa las ideas de sus maestras, completamente opuestas, aunque la enemistad entre ambos viene de mucho antes.
Bajo las voces de ánimo de curiosos, amigos y profesores, Abel y Jinx se adentran en la Torre del Reloj. La competición entre ambos comienza sobre agujas y números que se mueven sobre el vacío. Los dos intentan sabotearse hasta que tropiezan con sus versiones del futuro.
Porque en la Torre del Reloj el tiempo ha dejado de ser lineal. Y si quieren escapar del círculo de paradojas en el que están atrapados, no les quedará más remedio que aprender a confiar en su rival.
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