2019 |
No hay que temer a los muertos, sino a los vivos.
ENTONCES
Annie desapareció una noche. Desapareció de su propia cama sin dejar rastro. Todos pensamos lo peor.
De repente, como un milagro, tras cuarenta y ocho horas, volvió, pero no podía, o no quería, contar lo que le había ocurrido.
Algo le pasó a mi hermana, aunque ella no pueda explicarlo. Solo sé que cuando volvió ya no era la misma. No era mi Annie.
Soy incapaz de admitir, incluso para mí mismo, que a veces mi hermana me aterroriza.
AHORA
Recibí este correo hace casi dos meses. Estuve a punto de borrarlo, pero decidí abrirlo. Decía así:
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