sábado, 24 de octubre de 2020

Sin tetas no hay paraíso de Gustavo Bolívar Moreno


2005

A los trece años, Catalina se dio cuenta de que la prosperidad de las niñas de su barrio dependía del tamaño de sus tetas. Quienes las tenían pequeñas, como ella, habían de resignarse a vivir en medio de las necesidades y a trabajar como meseras en algún restaurante mediocre. Por su parte, quienes tenían las tetas grandes, como Yesica o Paola, se paseaban por la vida en lujosas camionetas, presumiendo su existencia y haciendo que las otras chicas agonizaran de envidia. Fue por esto que Catalina se propuso, como única meta en la vida, conseguir, a como diera lugar, el dinero necesario para implantarse un par de tetas de silicona que no cupieran en las manos abiertas de ningún hombre. Pero nunca pensó que, contrario a lo que ella creía, sus prótesis no serian el cielo de su felicidad ni el instrumento de su enriquecimiento, sino su tragedia personal y su infierno mas intimo. Poco a poco, Catalina ira cayendo en el sordido y peligroso mundo del narcotráfico, el crimen y la prostitución, sumergiéndose en el ambiente de los capos, la venta del cuerpo y las constantes y dolorosas cirugías de busto. Consciente de su propia degradación, Catalina tomara una serie de decisiones que desencadenaran en un final sorprendente que reta al pasaje bíblico en el que Jesucristo crucificado promete al pecador su inminente encuentro en el paraíso.


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