Y Ellie lo tiene todo: una familia excepcional, un excelente pasar económico, la bendición de ser hermosa y normativa. Es consciente de su privilegio y aprendió a usarlo en su favor para mantener bajo control cada aspecto de su vida. Sus amigos, su trabajo, su sexualidad: nada queda por fuera de su escrutinio y su búsqueda de perfección. Es lo que ha hecho desde la adolescencia, cuando decidió que sería la única con voz y voto en el rumbo de sus decisiones.
Sin embargo, no todo puede ser ajustado al dedillo a sus planes. Mientras que, de joven, enfrenta diferencias y confusiones con sus amigas y con los chicos que le gustan, una vez adulta deberá asumir el hecho de que no puede controlar las acciones de los demás. Cuando diferentes situaciones hagan tambalear su existencia perfectamente estructurada y todas sus certezas, Ellie tendrá que enfrentarse a caminos distintos que se abren frente a sus ojos, cada uno con un nombre y una historia: la tontería adolescente con Chase, los sueños rotos de Eric y la posibilidad de algo diferente y especial con Brad.
Estos le enseñarán que ser perfecta no siempre es sinónimo de felicidad y que las personas son más que piezas en su tablero: existen una infinidad de colores en el mundo listos para ser pincelados.
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