2020 |
La chica se quedó clavada en el sitio al ver a ese hombre montado a caballo, y supo antes de oír la voz grave y profunda, que era un yanqui. Ralph Hathaway buscaba a un muchacho llamado Taylor Lewis, pero no se le pasó por la cabeza en momento alguno, que ese nombre perteneciera a una chica. Una criatura preciosa, con cara de ángel, que utilizaba un lenguaje soez y grosero; el mismo vocabulario que él solía emplear, más de lo correcto.
Había llegado a Las Carolinas con intención de encontrar a los integrantes de la familia Lewis. Después de la guerra solo quedó esta muchacha, que viviendo en compañía de una anciana cascarrabias y para mantener al sexo masculino a raya, había optado por vestirse con las ropas de su padre fallecido, cargar un revólver a la cadera y emplear el vocabulario más vulgar y ordinario.
Hathaway intentó no dejarse llevar por esa belleza en todo su esplendor; su misión, pues así se lo prometió al tío de la chica, era llevarla a Boston, dejarla en sus manos y que él se apañara con esa fierecilla a medio domar.
Pero antes de subirla al barco que los llevaría a destino…
Y al llegar a la ciudad…
Todo se complicó.
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