2020 |
Me llamo Martina, ¿a qué me dedico?, te preguntarás… No lo tengo claro. Solo sé que hace dos años odiaba mi puñetera vida, mi trabajo, a mis compañeros… Y, simplemente, ¡cambié de vida! Belle Extreme apareció como el espejismo de un lago en el desierto, pero sin ser espejismo, ni lago… Vamos, que era una tienda de moda talla XXL y Maca, mi jefa, me vio y se enamoró de mis curvas. Un compendio perfecto con el que surgió lo que viene siendo mi puesto de trabajo. Unos dicen que soy un maniquí andante, otros que soy comercial, otros que obviamente soy modelo y los hay que dicen que soy influencer. Ni puñetera idea, algo de eso debe de ser.
Dos años después de aquel flechazo, digamos que las cosas se me empezaron a torcer un poco. Y mis mejores amigas lo pusieron a él en mi camino. A Ángel. Al jodido demonio ese que me llevaba por la calle de la amargura y que se había propuesto enderezar mi vida por todos los medios —o mandarla a la mierda, no lo tengo claro— y fue cuando empecé a odiar muchas cosas o, como me obliga a decir mi amiga Carol, empecé a «cucaracha» muchas cosas. Ya, sí, lo sé, no entiendes un carajo…
Pues, chica —o chico, que aquí son todos bienvenidos—, prepárate, porque te lo voy a contar.
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