Dan había permanecido a su lado mucho antes de que ella naciera. Se limitaba a observarla y protegerla, pensaba que a pesar de que no pudiera verlo podría sentirlo a su lado, pero a medida que el tiempo transcurría todo lo que era parte de ella parecía más importante. Su sonrisa, su piel, sus ojos lo cautivaban, a veces se encontraba tratando de resistirse pero no se explicaba ¿Por qué?, no comprendía esos extraños impulsos. Sus labios lo llamaban, hacía que se estremeciera, su alma rogaba por ello hasta el punto de querer dar sus alas con tal de estar con ella, y eso lo asustaba. Lo único que le quedaba era observarla, esconder lo que sentía y llorar por el temor de poder perderle algún día.
“Entonces las nubes tronaron.
Un grito de dolor desgarrador descendió.
Y las lágrimas del cielo decían que un Ángel lloraba. “