2016 |
Compartir una casa de verano con un compañero buenorro debería ser un sueño hecho realidad, ¿verdad?
No cuando es Justin… la única persona a la que he querido… y que ahora me odia.
Cuando mi abuela murió y me dejó la mitad de su casa de Aquidneck Island, había una trampa: la otra mitad iría para el chico que ella ayudó a criar.
El mismo chico que se convirtió en el adolescente cuyo corazón yo rompí hace años. El mismo adolescente que ahora ya es un hombre con un cuerpo increíble a juego con una personalidad difícil de llevar.
No lo he visto en años, y ahora estamos viviendo juntos porque ninguno de los dos está dispuesto a renunciar a la casa.
¿La peor parte? Él no ha venido solo.
Pronto me daría cuenta de que hay una fina línea entre el amor y el odio. Podía ver a través de esa sonrisa de suficiencia. Debajo de todo eso, el chico de siempre aún está ahí. Igual que nuestra conexión. El problema es… ahora que no puedo tener a Justin, lo quiero más que nunca.
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