2019 |
María Joaquina Ontiveros lleva en la sangre la herencia de las raíces culturales de su tierra, que se entrelazan con la tradición de elaborar el mejor mezcal y la gente que lo produce. Para ella, la magia que resulta en cada beso posee un espíritu, una esencia que llevar a degustar con el paladar y la mente.
A pesar de su larga relación con Rodolfo Márquez, no cultiva ilusión respecto al matrimonio. Lo acepta como una formalidad más, para quienes ya han comprometido su futuro. Sin embargo, conocer a Francesco Bosta se convierte en una complicación que no ha previsto, pues supone la posibilidad de tener una vida personal, de ser dueña de su deseo.
Poco a poco, y acaso sin darse cuenta, los días inigualables al lado de Francesco amenazan con alejar a María Joaquina de las calles de su infancia, de oír el dulce acento de su gente y de la virginidad que tanto ha preservado con Rodolfo. Pero ¿cuánto tiempo pasará antes de que las nostalgias afecten su relación? Bien que mal, la ausencia es tan adversa como el tiempo. Seguir al lado de Francesco, supone que ya puede irse despidiendo de su país, de su familia, de su pasado e incluso de sus sueños.