Si aquella mujer fuera suya, vería todos los amaneceres con ella.
La vida no ha sido generosa con Tessa, pero un horizonte de esperanza se abre frente a sus ojos al casarse con Francisco, su novio desde hace año y medio. Embarcados en un crucero, recorren las islas griegas, las costas italiana y francesa, y la ilusión de Tessa se va frustrando a medida que los días avanzan, al enfrentar una oscura e inesperada realidad en su matrimonio.
La aparición de Abdul, un hombre misterioso y seductor, la despierta a nuevas sensaciones poniendo en peligro la estabilidad que había creado alrededor de su marido. Tessa se siente intrigada y fascinada por la personalidad de Abdul; cada día piensa y sueña más con él, y cada día se siente más decepcionada con Francisco. Todo parece apuntar a que había tomado el camino equivocado, y se rebela para conseguir su verdadera felicidad, pues no puede disfrutarse un amanecer si se lo espera dormido.
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